“Denominación de origen”: Una comedia freak y fantastica, que le da una pequeña cátedra a la inexistente y concentrada industria nacional.
- Cristóbal Millas
- 30 abr
- 4 Min. de lectura
Denominación de Origen (2025), es una ludica y honesta crítica social que salpica hasta al Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. Una obra mayor para el cine Chileno, un asunto sobre toda audiencia en relación al pésimo cine de humor nuestro.

En una industria cinematográfica chilena que muchas veces se siente atrapada entre dramas sociales sobreactuados y producciones que imitan modelos foráneos sin mucho pulso local y toda la porquería que sale de Fábula, Larraines, Pilar Jadue y aquellos nepotismos entre amigos, esposos y demás. Denominación de origen aparece como un bicho raro, y por eso mismo, valioso.
Esta comedia freak se ríe de sí misma, del centralismo cultural, de la endogamia artística y de esa “marca país” que suele maquillar precariedades con discursos de identidad.
La película se sitúa en la región del Ñuble, en San Carlos, ciudad cercana a Chillan y a la cual, en la vida real, no se le dio la denominación de origen de la Longaniza Chilena teniendo los méritos de sobra gastronomico / patrimoniales, privilegiándose por diversos motivos anexos a la gran ciudad Chillan, el David contra Goliat de la Longaniza de Chile, todo esto visado y amparado por el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.

En el film, un grupo de excéntricos personajes —que parecen salidos de un cómic costumbrista con tintes psicodélicos— intenta obtener el reconocimiento de “denominación de origen” para sus tradicionale “longas”.
Pero en el fondo, lo que se destila aquí no es sólo cerdo, sino una sátira inteligente sobre cómo se construye (y se vende) la cultura nacional.
Tomás Alzamora, su director, oriundo de San Carlos y fundador de la productora EQUECO, opta por un elenco compuesto exclusivamente por actores no profesionales, todos residentes locales. Esta decisión aporta una verosimilitud y cercanía que difícilmente se lograría con intérpretes tradicionales . La improvisación y el lenguaje cotidiano enriquecen la narrativa, convirtiendo la película en un reflejo genuino de la identidad regional.
El humor es absurdo, con guiños al cine de culto y referencias pop que no necesitan explicación para ser efectivas. El director no tiene miedo al ridículo, y ese arrojo es quizás lo que más se agradece.

Con actuaciones que rozan la caricatura pero que logran sostenerse por la coherencia del universo propuesto, Denominación de origen se atreve a ser pequeña, loca y local.
Hay algo punk en su forma: se nota que es una película hecha con pocos recursos, pero con muchas ideas. En un panorama donde los fondos concursables suelen beneficiar a los mismos nombres de siempre, esta cinta emerge como un gesto de rebeldía, como una fiesta a la que nadie invitó a los críticos ni cineastas facheros, pero a la que igual vale la pena llegar.
La cinta ha sido reconocida en diversos festivales, obteniendo el Premio del Público y una Mención Especial del Jurado en el 31° Festival Internacional de Cine de Valdivia, así como el galardón a Mejor Largometraje y Mejor Actuación para Luisa Barrientos en el 17° Festival de Cine Chileno .

Sin embargo, a pesar de su éxito en festivales y la acogida entusiasta del público, la película enfrenta una distribución limitada en salas comerciales, con horarios poco accesibles que dificultan su alcance masivo. Esta situación evidencia las barreras que enfrentan las producciones independientes en una industria dominada por grandes distribuidoras y cadenas de cines. Afortunadamente, gracias a su exito, las salas han modificado su programacon y dado más espacios al film.
Denominación de Origen no solo es una comedia entrañable, sino también una crítica sutil a la burocracia y a la lucha por el reconocimiento cultural en regiones marginadas. Es una obra que, con humor y ternura, pone en evidencia las desigualdades y centralismos que persisten en Chile.
Para quienes deseen adentrarse en esta historia, el tráiler oficial está disponible en el siguiente enlace:
Denominación de Origen es una invitación a reír, reflexionar y valorar las historias locales que, aunque pequeñas, resuenan con fuerza en el corazón de quienes las viven.
Puede que no sea para todos los gustos. Su humor es específico, su estética deliberadamente feísta, y su trama se toma licencias que descolocarían a un espectador más convencional. Pero ahí está su fuerza: no quiere ser complaciente. Quiere decir algo, aunque sea desde el delirio.
Denominación de origen no resolverá los problemas estructurales del cine chileno, pero al menos los pone sobre la mesa entre carcajadas y copas de vino. Y eso, en un país donde muchas películas aún temen ofender a sus propios mecenas, ya es un gesto revolucionario.
Ficha Técnica Completa
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Dirección de fotografía
Montaje
Dirección de arte
Sonido
Música
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