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The Ugly Stepsister / La hermanastra fea — La fábula grotesca del espejo roto

  • Foto del escritor: Cristóbal  Millas
    Cristóbal Millas
  • hace 5 días
  • 5 Min. de lectura

Emilie Blichfeldt no reescribe simplemente Cenicienta: la descuartiza con bisturí, la lanza a una licuadora gótica y la sirve en una copa tallada de cristal llena de pus. The Ugly Stepsister  / La hermanastra fea (Den stygge stesøsteren) no es un cuento de hadas, sino su autopsia. Esta cinta noruega, cruda y despiadadamente lúcida, convierte la clásica narrativa del ascenso social mediante la belleza en una carnicería emocional y física que pone a prueba tanto al estómago como a la conciencia del espectador.



Desde su título, Blichfeldt juega con tono universal de la “rival despreciable” para darle voz, carne, y sobre todo, dolor. Elvira —interpretada con conmovedora intensidad por Lea Myren— no es un monstruo. Es una víctima. No de su deformidad, sino de una sociedad que decide que su nariz, su peso, y su falta de "von" la condenan a la marginación. El filme, lejos de invertir los roles para ofrecernos una venganza satisfactoria, despliega una violencia simbólica que nunca cede. Aquí no hay redención, ni zapatos de cristal: solo bisturís, tapeworms y lágrimas.

La decisión de centrar la historia en Elvira, y no en la “princesaAgnes —una cruel y superficial belleza escandinava interpretada por Thea Sofie Loch Næss— no es solo un giro narrativo, sino un ataque directo al canon disneyficado que ha moldeado generaciones de expectativas femeninas. Agnes no es una víctima de su madrastra, sino su aliada, su reflejo. Juntas representan el fascismo estético que domina el universo femenino: una dictadura del espejo que castiga la diferencia y glorifica la uniformidad.


Blichfeldt no teme al horror corporal. Lo abraza. En manos de otro director, la escena donde Elvira se somete a una rinoplastia con martillo y cincel a manos del siniestro Dr. Esthétique (Adam Lundgren) podría haber sido solo shock. Pero aquí es símbolo. Cada punto de sutura, cada diente arrancado, cada ojo retocado con una aguja que amenaza traspasar la pantalla, es una declaración de guerra contra las industrias que han convertido el cuerpo femenino en un campo de batalla.

El filme subvierte también la lógica de la simpatía. No hay personajes “buenos” en esta historia: hay víctimas, victimarios y espectadores pasivos. Elvira, incluso en sus momentos más tiernos, es patética en el sentido griego del término: un personaje trágico arrastrado por fuerzas que no comprende del todo. Pero la cámara de Marcel Zyskind la envuelve con una belleza oscura, barroca, que recuerda a los clásicos de Walerian Borowczyk o Juraj Herz, sin replicar su mirada misógina. Aquí no se erotiza el sufrimiento: se denuncia.


Hay momentos de humor negro, sí, pero es el tipo de risa que se atraganta. Son escenas que arrancan carcajadas nerviosas, no porque sean graciosas, sino porque es la única forma de sobrellevar el horror. Como si el film nos recordara: esto es grotesco, pero no irreal. Esto pasa. Pasa todos los días en quirófanos, en baños, en redes sociales.


El tercer acto, en el que la “transformación” de Elvira se consuma de forma ambigua y casi fantasmal, es quizás el más demoledor. No hay triunfo, ni justicia. Solo un desfile de cuerpos mutilados buscando aprobación en un mundo que ya decidió que no son suficientes. Que nunca lo serán. Incluso Agnes, con su sexualidad desenfrenada y su desprecio por todo lo que no brilla, es presentada como otro producto roto de este sistema. No hay ganadoras en The Ugly Stepsister. Solo víctimas.

Emelie Blichfeldt, Directora deThe Ugly Stepsister 
Emelie Blichfeldt, Directora deThe Ugly Stepsister 

En una era saturada de relecturas modernas de cuentos clásicos —casi todas inofensivas, empoderantes en el sentido más superficial del término— Blichfeldt entrega una película que realmente incomoda. Una que no quiere hacer sentir bien a nadie. Una que lanza una bofetada visual y moral a todas las formas de belleza impuesta, a todos los mitos de superación que esconden tortura estética, a todos los finales felices que se construyen sobre la amputación de la diferencia.


The Ugly Stepsister es una obra tan enferma como necesaria. Un cuento sin moraleja, sin hada madrina y sin perdón. Porque, como deja claro Blichfeldt, no hay magia que pueda salvarnos de una cultura que nos enseña a odiarnos frente al espejo. Lo único que queda es mirar fijamente ese reflejo… y devolverle la mirada. Aunque duela.


El filme disecciona —literalmente— los estándares de belleza impuestos a las mujeres, exponiendo hasta qué punto estos ideales colonizan la mente, el cuerpo y la autoestima. Elvira no busca ser amada por quien es, sino aceptada por lo que podría parecer. En esa búsqueda, se somete voluntariamente a torturas quirúrgicas que la desfiguran física y emocionalmente.


Lejos del binarismo “mujer buena vs. mujer mala” que caracteriza a los cuentos de hadas, Blichfeldt presenta a dos mujeres atrapadas en un mismo sistema patriarcal que las obliga a competir. Ni Agnes ni Elvira son libres: ambas están sujetas a un régimen de validación masculina y económica que las enfrenta en una lucha cruel, inútil y autodestructiva.

La “princesa” Agnes una cruel y superficial belleza escandinava interpretada por Thea Sofie Loch Næss
La “princesa” Agnes una cruel y superficial belleza escandinava interpretada por Thea Sofie Loch Næss

El body horror aquí no es decorativo ni gratuito: es la manifestación externa del trauma interior. La cirugía estética como rito de paso, el tapeworm como símbolo de control extremo, y la caída del cabello como metáfora de descomposición de la identidad. Todo duele, y debe doler, porque el filme denuncia que la belleza duele en la vida real.


El príncipe no es un premio ni un galán encantador: es un símbolo vacío, un narcisista hueco cuya única función es reafirmar el orden establecido. Su superficialidad y desinterés revelan lo absurdo de todo el sistema de validación romántica tradicional.


Emilie Blichfeldt logra un equilibrio preciso entre el grotesco y lo poético. Su tono es coherente: ni complaciente ni condescendiente. Cada decisión estética refuerza el discurso ideológico. No hay sentimentalismo, y tampoco hay redención.


Marcel Zyskind construye una paleta visual que oscila entre lo barroco y lo pútrido. Los encuadres fijos y las composiciones simétricas recuerdan a cuentos ilustrados, pero pervertidos por una atmósfera asfixiante. La cámara no aparta la mirada ni siquiera en los momentos más viscerales.


Olivia Neergaard-Holm monta la narrativa con una cadencia que evita el efectismo, dosificando el horror y permitiendo momentos de falsa calma que intensifican lo siniestro. La estructura es clásica, pero está invertida a nivel moral.

El diseño visual es exuberante y decadente a la vez. Los castillos derruidos, los vestidos ornamentales y las prótesis quirúrgicas conviven en un universo que es tanto medieval como contemporáneo. La belleza artificial se convierte en pesadilla estética.


La música de Vilde Tuv y Kaada acentúa el contraste entre la fantasía y el terror, mezclando melodías infantiles con capas de disonancia.


Una obra de terror que da que hablar y donde su función no es embellecer, sino inquietar.






Oscar Cortez / POST𐤀




Ficha técnica:

  • Título original: Den stygge stesøsteren

  • Título internacional: The Ugly Stepsister

  • Dirección y guion: Emilie Blichfeldt

  • Países: Noruega, Dinamarca, Rumania, Polonia

  • Duración: 105 minutos

  • Género: Horror, drama, sátira feminista

  • Fotografía: Marcel Zyskind

  • Montaje: Olivia Neergaard-Holm

  • Música: Vilde Tuv, Kaada

  • Producción: Mer Film, Lava Films, Motor, Scanbox Entertainment, Zentropa International Sweden

  • Distribución: Shudder

  • Reparto:

    • Lea Myren como Elvira

    • Thea Sofie Loch Næss como Agnes

    • Adam Lundgren como Dr. Esthétique

    • Cecilia Forss, Agnieszka Żulewska, Malte Gårdinger, Isac Calmroth, entre otros.

  • Estreno mundial: Festival de Sundance 2025 (sección Midnight)

  • Idioma: Noruego (con subtítulos)


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