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Sebastián Sichel, el pasivo-agresivo: Crónica de una ambición sin ideología

  • Foto del escritor: Cristóbal  Millas
    Cristóbal Millas
  • 29 abr
  • 3 Min. de lectura

El niño símbolo del transfuguismo elegante

Si la política chilena fuera una comedia de situación, Sebastián Sichel sería el personaje que entra por error a la escena equivocada, se queda, improvisa un par de frases convincentes, y termina convencido de que el show le pertenece.


Notas sobre la historia del abogado, exdemócratacristiano, exCiudadano, exbacheletista, expiñerista, exindependiente, ex-candidato, exministro, exlíder de banco estatal, actual pieza decorativa de Evelyn Matthei y alcalde de Ñuñoa.


Todo eso y más, sin despeinarse.


Sebastián Sichel - Alcalde de Ñuñoa y vocero de Evelyn Matthei
Sebastián Sichel - Alcalde de Ñuñoa y vocero de Evelyn Matthei

El joven liberal de la DC que se enamoró del poder

En sus inicios, Sebastián Iglesias (luego rebautizado como Sichel, apellido materno adoptado con fines más estéticos que biográficos) militó en la Democracia Cristiana, en su vertiente más progresista.


Su tesis de grado defendía un Estado fuerte y una economía regulada. Pero pronto descubrió que el poder real estaba lejos de la teoría: en los pasillos del empresariado, en la asesoría estratégica, en los cafés con columnistas liberales.

Ciudadanos sin partido y la plataforma reciclada de Velasco

Con el cadáver aún tibio del experimento 'Ciudadanos' de Andrés Velasco, Sichel encontró en ese espacio una oportunidad de reinventarse: el partido sin ideología, sin militancia y sin futuro. Una plataforma ideal para construir su marca personal sin tener que someterse a asambleas ni principios incómodos. Lo suyo era la eficiencia, la flexibilidad, la sonrisa televisiva.



Bacheletista por conveniencia,

piñerista por convicción

(o algo así)



Fue asesor en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, defendiendo políticas sociales que más tarde criticaría con tono compungido y mirada lánguida en matinales.

Cuando Sebastián Piñera volvió al poder, Sichel no dudó en aceptar un lugar en su gabinete como ministro de Desarrollo Social. De la gratuidad universitaria a la focalización, de la reforma previsional al mercado: un giro ideológico sin anestesia, justificado con argumentos de autoayuda y eficiencia gerencial.


Como presidente del BancoEstado, Sichel desplegó su veta más ejecutiva. Posó en sesiones fotográficas, dio entrevistas en clave meritocrática y usó la institución como trampolín para su candidatura presidencial. Mientras tanto, el banco sufría tensiones internas, denuncias de persecución y mal clima laboral. Pero él ya estaba en otra: escribiendo su historia de superación personal, con tono de TED Talk y fondo neoliberal.


Candidato sin partido, partido sin candidato

En las primarias de Chile Vamos, Sichel ganó con el apoyo de los empresarios, la derecha blanda, y una máquina digital financiada con aportes que luego intentarían olvidarse. La UDI, RN y Evópoli lo apoyaron a regañadientes, con la misma convicción con que uno apoya a un primo incómodo en una fiesta familiar.


Su campaña fue un karaoke de lugares comunes: libertad, futuro, meritocracia, cambio. Nada concretamente aterrizado.


Su caída fue estrepitosa.


De favorito mediático pasó a ser una nota al pie en la primera vuelta presidencial de 2021. Terminó acusando a la derecha de no apoyarlo, a Kast de radical, al sistema de injusto, y a sus asesores de ingenuos. Culpó a todos, menos a sí mismo.


Se retiró momentáneamente con una frase que lo define: 'No quiero más cargos públicos... por ahora'.


El edil inesperado de Ñuñoa

En un giro que ni los guionistas más cínicos habrían anticipado, Sebastián Sichel fue electo alcalde de Ñuñoa. Lo logró tras una campaña breve, discreta, pero quirúrgicamente diseñada para evitar decir cualquier cosa que pudiera generar conflicto. Prometió gestión eficiente, seguridad con humanidad y participación ciudadana... sin especificar mucho más. Fue suficiente para un electorado heterogéneo, confiado y confundido.


El regreso pasivo-agresivo con Evelyn Matthei

Cuando parecía que Sichel había optado por el retiro elegante en sus cuarteles de Ñuñoa, reapareció como vocero de Evelyn Matthei, la candidata de derecha que lidera en las encuestas gracias a su estilo de alcaldesa pragmática, sus indirectas, intentos por ser mas radical aún para robar votos a la ultra derecha y su alergia al dialogo directo.

Sichel encontró ahí un espacio ideal: un cargo sin responsabilidad, con visibilidad, donde puede criticar a todos sin comprometerse con nada.


El eterno outsider que siempre está adentro. La trayectoria de Sichel es la del político que quiere parecer diferente mientras repite todos los vicios de la clase política. Camaleónico, carismático, elocuente y ambicioso, ha sido funcional a todos los sectores sin representar a ninguno. Se presenta como independiente, pero siempre ha sido dependiente del poder de turno. Se declara liberal, pero actúa como operador. Se victimiza con elegancia.


¿Y si gana Matthei?

Si Evelyn Matthei gana, ¿qué papel jugará Sichel? ¿Ministro? ¿Jefe de asesores? ¿Embajador? ¿Conferencista itinerante?



Lo único seguro es que encontrará una manera de estar donde está el poder, con una sonrisa medida y una opinión lista para adaptarse al contexto.


El pasivo-agresivo profesional tiene larga vida en la política chilena.





Cristóbal Millas / POST𐤀

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